TEMA 4. L'PEPOCA DE L'IMPERIALISME.
1. El nacionalisme.
El nacionalisme havia estat associat a les idees del liberalisme i a les exigències de llibertats constitucionals i civils i independència política. Però a partir de 1848 el nacionalisme s’havia impregnat de valors tradicionals, històrics, dinàstics i, en alguns casos, militars, que van ser els valors que van inspirar els nacionalismes més o menys articulats dels estats ja constituïts. D’altra banda, el nacionalisme havia anat fent d’elements de diferenciació cultural –la llengua, l’ètnia, la religió- el fonament de la identitat nacional.
El nacionalisme havia transformat el mapa d’Europa. Però va ser entre 1880 i 1914 quan el nacionalisme va cristal·litzar com a principal factor de desestabilització de la política europea i internacional. Almenys en tres sentits: 1) com a ideologia i moviment polític d’oposició radical al sistema liberal en nom de l’estat, de la nació o del poble, i en defensa de principis tradicionalistes i orgànics (la comunitat, la raça, la religió); 2) com a factor d’inestabilitat i disgregació d’estats o imperis unitaris; 3) com a causa de tensions i conflictes internacionals: els Balcans van ser el polvorí d’Europa entre 1910 i 1914, i el problema dels nacionalismes en aquesta regió va ser una de les causes de la Primera Guerra Mundial.
Més encara des de finals dels segle XIX, el nacionalisme d’estat o nacional va anar assumint formes agressives i intolerants, i es va identificar amb idees de grandesa nacional, expansionisme militar i superioritat racial, i amb polítiques autoritàries, populistes i antiliberals.
J.P. FUSI (1997), “Edad contemporánea”. 1898-1939” , vol. 8 de Manual de Historia Universal, Madrid, Historia 16.
2. El liberalisme.
En los primeros tiempos de la revolución industrial, la mayoría de los liberales habían creído que el deber del Estado era dejar a sus ciudadanos en paz; si los miembros más débiles de la sociedad sufrían a manos de los más fuertes, si los ricos se enriquecían más y los pobres se empobrecían todavía más, esto era simplemente el resultado de las leyes de la economía, y no se podía esperar de ningún gobierno que hiciera gran cosa al respecto; se creía, incluso, que la interferencia sólo podía empeorar las cosas. Sin embargo, ya hemos visto cómo las conciencias de los hombres se vieron aguijoneadas por algunos de los males más evidentes del sistema industrial, y cómo casi todos los gobiernos de Europa se vieron obligados a promulgar leyes para limitarlos, por ejemplo, en el caso de la explotación de los niños o la regulación de las horas de trabajo en ciertas industrias.
Alrededor de 1880-1890 empezó a formarse un punto de vista más positivo sobre el papel del Estado. En unos momentos en que casi en todos los Estados de Europa se empezaba a organizar un creciente proletariado industrial que formulaba aspiraciones de índole más o menos revolucionaria, los gobiernos se dieron cuenta de que, por su propio interés, debían mantener contenta a la clase trabajadora.
La nueva legislación social que fue surgiendo gradualmente marcó una ruptura con los postulados del liberalismo. En primer lugar, el Estado asumió la responsabilidad de dirigir un sistema de seguros obligatorio al cual tanto los patronos como los trabajadores se veían legalmente obligados a pertenecer. Es decir, el Estado estaba decidiendo lo que era beneficioso para sus ciudadanos y obligándoles a aceptarlo, fueran cuales fueran sus propias inclinaciones. En segundo lugar, al aportar una contribución, por modesta que fuera, el gobierno utilizaba dinero recaudado a través de los impuestos como medio de financiar beneficios sociales.
JOLL, J.: (1983): Historia de Europa desde 1870. Ed. Alianza, Madrid.
7. IMPERIALISME.
A.
Hay que
decir abiertamente que, en efecto, las razas superiores tienen un derecho sobre
las razas inferiores, y también un deber sobre éstas: tienen el deber de
civilizarlas.
Yo
afirmo que la política colonial de Francia, la política de expansión colonial,
la que nos ha obligado a ir, durante el Imperio, a Saigón, a la Cochinchina , la que nos ha llevado a Túnez, la que nos ha arrastrado
a Madagascar, insisto en que esta política de expansión colonial se ha
inspirado en una verdad sobre la que, sin embargo, es necesario suscitar por un
instante vuestra atención: a saber, que una Marina como la nuestra no puede
prescindir, en la extensión de los océanos, de sólidos refugios, de defensas,
de centros de avituallamiento. [...]
Desde el punto de vista
económico, ¿por qué las colonias? La primera forma de la colonización es la que
ofrece un asilo y trabajo al excesivo crecimiento de la población de los países
pobres o de los que poseen una población numerosa. Pero hay otra forma de
colonización: la que se adapta a los pueblos que poseen un exceso de capitales
o un excedente de productos. Y ésta es la forma moderna, actual, la más
extendida y la más fecunda. Las colonias son, para los países ricos, una inversión
de capitales de las más ventajosas.
Pero, señores, hay otro aspecto
más importante de esta cuestión, que supera con mucho al que acabo de tratar.
La cuestión colonial es, para los países abocados por la naturaleza misma de su
industria a una gran exportación, como es la nuestra, la cuestión misma de los
mercados. Desde este punto de vista, repito, la fundación de una colonia es la
creación de un mercado.
Discurso de Jules
Ferry, ministro de Asuntos Exteriores francés, ante la
Cámara de los Diputados. 28 de julio de 1885.
B.
¿Raza
inferior los hindús? ¿Raza inferior, los chinos?. No. ¡Razas inferiores y razas
superiores! ¡Ya está bien! Personalmente no estoy de acuerdo, sobre todo de ver
a los sabios alemanes demostrar científicamente que Francia debió ser vencida
en la guerra franco-prusiana porque los franceses eran una raza inferior a la
alemana.
No, no
existe el derecho de las llamadas naciones superiores sobre las naciones
llamadas inferiores.
No intentemos, por lo tanto,
revestir la violencia con el nombre de la hipócrita palabra “civilización”. No
hablemos de derecho, de deber. La conquista que usted preconiza (Jules Ferry)
es el abuso puro y simple de la fuerza que da la civilización científica sobre
las civilizaciones rudimentarias, para apropiarse del hombre, para torturarle,
para extraer toda su fuerza en beneficio de los pretendidos civilizadores.
Georges Clemenceau. Julio de 1885.
C.
Las fábricas norteamericanas
producen más de lo que el pueblo puede utilizar; el suelo norteamericano
produce más de lo que se puede consumir. El destino nos ha trazado nuestra
política; el comercio mundial tiene que ser nuestro [...].
Estableceremos factorías comerciales
en la superficie del mundo, como centros de distribución de los productos
norteamericanos. Cubriremos los océanos con nuestros barcos mercantes [...]. De
nuestras factorías comerciales saldrán las grandes colonias, desplegando
nuestra bandera y comerciando con nosotros. Nuestras instituciones seguirán a
nuestra bandera sobre las alas del comercio. Y la ley norteamericana, el orden
norteamericano y la bandera norteamericana se plantarán en las costas y
regiones dominadas hasta ahora por el oscurantismo y por la violencia, y estos
auxiliares de Dios las harán a partir de ahora magníficas y resplandecientes.
Discurso de A. J. Beveridge en el Middlesex Club de Boston, el 27 de abril de 1898.
D.
La política extensiva o política colonial: deixa erma
les terres de conreu a França; farà ports, canals, ferrocarrils arreu del món,
però no té diners per a equipar els nostres ports, uniformitzar els nostres
canals, acabar els nostres ferrocarrils; vol crear mercats en terres de gent
que no tenen diners ni necessitat de les nostres mercaderies; [...] està molt
preocupada per civilitzar la gent de la Contxinxina, però falten diners per a
pagar els nostres mestres, comença tot sense acabar res; [...] emmascara tots
els errors que comet darrere el patriotisme.
Y. Guyot, “Cartes sobre la política colonial”, 1885.
E.
La colonización es la fuerza expansiva de un pueblo,
es su potencia de reproducción, es su dilatación y su multiplicación a través
del espacio, es la sumisión del universo o de una gran porte de él, a su
lengua, a sus costumbres, a sus ideas y a sus leyes. Un pueblo que coloniza es
un pueblo que pone los cimientos de su grandeza y de su supremacía futura
(...). Desde el punto de vista moral e intelectual, este crecimiento del número
de las fuerzas y de las inteligencias humanas modifica y diversifica la
producción intelectual. ¿Quién puede negar que la literatura, las artes y las
ciencias de una raza determinada al ser amplificados, adquieren un impulso que
no se encuentra entre los pueblos de una naturaleza más pasiva y sedentaria?.
Desde
cualquier punto de vista que se adopte, sea que nos contentemos con la
consideración de la prosperidad, de la autoridad y de la influencia política,
sea que nos elevemos a la contemplación de la grandeza intelectual, he aquí el
enunciado de una verdad indiscutible: el pueblo que coloniza más es el primer y
mejor pueblo, y sin no lo es hoy, lo será mañana.
P. Leroy-Beaulieu, La
colonización en los tiempos modernos, 1874.
F.
Una nación es como un individuo: tiene sus deberes que
cumplir y nosotros no podemos desentendernos de los nuestros hacia tantos
pueblos encomendados a nuestra tutela. Sólo nuestra dominación puede asegurar
la paz, la seguridad y la riqueza a tantos desgraciados que, nunca
anteriormente, han conocido estos beneficios. Y es terminando esta obra
civilizadora como nosotros llevamos a cabo nuestra misión nacional, para el
eterno provecho de los pueblos a la sombra de nuestro cetro imperial.
Es la británica la más grande de las razas dominantes
que el mundo ha conocido y, por consiguiente, el poder determinante en la
historia de la civilización universal. Y no puede cumplir su misión, que es
crear el progreso de la cultura humana, si no es merced a la expansión de la
dominación inglesa. El espíritu del país tendrá fuerzas para cumplir esta misión
que nos ha impuesto la Historia y nuestro carácter nacional. [...] El Imperio
británico, firmemente unido, y los Estados Unidos deben juntos asegurar la paz
del mundo y asumir la pesada responsabilidad de educar para la civilización a
los pueblos retrasados.
Joseph Chamberlain al frente
del Ministerio de Colonias británico, en 1895.
G.
La tarea que los agentes del Estado han de cumplir en
el Congo es noble y elevada. Está bajo su incumbencia la civilización del
África Ecuatorial.
Cara a cara con el barbarismo primitivo, luchando
contra costumbres, de miles de años de antigüedad, su deber es modificar
gradualmente esas costumbres. Han de poner a la población bajo nuestras leyes,
la más urgente de las cuales es, sin duda, la del trabajo.
En los países no civilizados, es necesario, creo yo,
una firme autoridad para acostumbrar a los nativos a las prácticas de la que
son totalmente contrarias a sus hábitos. Para ello es necesario ser al mismo
tiempo, firme y paternal."
Carta del
rey Leopoldo II de
Bélgica a los Agentes del Estado del Congo. Junio de 1897.
H.
Para nosotros el dinero no sirve y para la mayor parte
de nosotros es desconocido. Y como ninguna consideración puede inducirnos a
vender las tierras en las que logramos el sustento para nuestras mujeres y
nuestros hijos, esperamos que se nos permita señalar una manera de trasladar
fácilmente a nuestros colonos y, en consecuencia, de que se obtenga la paz.
Sabemos que estos colonos son pobres puesto que, de
otra manera, jamás se habrían aventurado a vivir en un país que se ha hallado
en constante agitación desde que ellos cruzaron el Ohio. Dividid, por tanto,
esta gran suma de dinero que nos habéis ofrecido entre esas gentes. Dad a cada
uno una proporción superior a la que nos daríais anualmente y estamos convencidos
de que la aceptarán con más facilidad que las tierras que vosotros les vendéis.
Si añadís también las grandes sumas que gastáis en reclutar y pagar ejércitos,
pensando en obligarnos a abandonar nuestro país, tendréis desde luego más que
suficiente para compensar a estos colonos por todos sus trabajos y cultivos.”
Respuesta
de los indios
confederados del nordeste a los delegados blancos. 1793.
I.
A consecuencia de la baratura de la tierra en las
colonias, la gran mayoría de la población es propietaria u ocupante de la
tierra; y su industria está en gran medida confinada a la producción que surge
de forma inmediata del suelo; a saber, alimentos y materias primas. Por el
contrario, en los países viejos, donde el suelo está totalmente ocupado y el
trabajo es abundante, puede decirse que las manufacturas son su producción
natural para la exportación. Esto es lo que los colonizados no producen. La
colonia produce lo que necesita el país viejo; el país viejo produce lo que
necesita la colonia. El país viejo y la colonia son, por tanto, los mejores
clientes el uno para el otro.
E. G. Wakefield. Un punto
de vista sobre el arte de la colonización. 1849.
* E. G. Wakefield (1796-1862). Colonizador británico de
Nueva Zelanda.
J.
Pero existe una categoría de extranjeros malhechores
que fabrican opio y lo traen a nuestro país para venderlo, incitando a los
necios a destruirse a sí mismos, simplemente con el fin de sacar provecho.
Anteriormente, el número de fumadores de opio era reducido; pero ahora el vicio
se ha extendido por todas partes y el veneno va penetrando cada vez más
profundamente (...)
Por este motivo, hemos decidido castigar con penas muy
severas a los mercaderes y a los fumadores de opio, con el fin de poner término
definitivamente a la propagación de este vicio. Parece ser que esta mercancía
envenenada es fabricada por algunas personas diabólicas en lugares sometidos a
vuestra ley (...).
He oído decir que en vuestro país está prohibido fumar
opio. Ello significa que no ignoráis hasta qué punto resulta nocivo. Pero en
lugar de prohibir el consumo del opio, valdría más que prohibieseis su venta o,
mejor aún, su producción (...).
Todo opio que se descubre en China se echa en aceite
hirviendo y se destruye. En lo sucesivo, todo barco extranjero que llegue con
opio a bordo será incendiado (...) Entonces, no solo no obtendréis ningún
beneficio de nosotros, sino que os arruinaréis en el negocio. (...) No digáis
luego que no se os avisó a tiempo.
Lin Ze-xu. Carta a
la reina Victoria. 1839.
K.
Nosotros hemos comprobado, bárbaros ingleses, que
habéis desarrollado una naturaleza y una costumbres de lobo, saqueando y
robando bienes por la fuerza (...).
Habéis venido a nuestro país con espíritu de lucro.
¿Qué conocimientos tenéis de nosotros? Vuestra ansia de ganancias se parece a
la voracidad de los animales. En cambio, ignoráis nuestras leyes y nuestras
instituciones; nada sabéis de principios justos (...).
Más allá de la fortaleza de vuestros barcos, de la
violencia del disparo de vuestros fusiles y de la potencia de vuestros cañones,
¿qué otras cualidades tenéis?.
Panfleto
de una sociedad secreta
china. Cantón. 1856.
L.
Cuando supimos que un hombre de carne blanca venía por
el Luaba nos quedamos atónitos. Permanecimos quietos. Durante toda la noche, el
tam tam nos estuvo anunciando la noticia. Daremos una fiesta -ordené-;
recibiremos solemnemente a nuestros hermanos y les acompañaremos al pueblo.
Todos nosotros nos adornamos y reunimos las piraguas grandes. Nos pusimos en
marcha; mi piragua a la cabeza, para darle la bienvenida. Pero al acercarnos a
su embarcación se oyó: !paff!, !paff!, y los palos de hierro escupieron fuego
contra nosotros. Nos quedamos rígidos de espanto. No llegaba un hermano, sino
el peor enemigo de los que ha contemplado nuestro país.
Relato del cacique
Mojimba a un misionero.
M.
Ustedes los blancos presumían que éramos salvajes...
Cuando cantábamos nuestras alabanzas al Sol, a la Luna o al Viento, ustedes nos
trataban de idólatras. Sin comprender, ustedes nos han condenado como almas
perdidas, simplemente porque nuestra religión era diferente de la suya.
Nosotros veíamos la Obra del Gran Espíritu en casi todo: el Sol, la Luna, los
Árboles, el Viento y las Montañas; y a veces nos aproximábamos a Él a través de
ellos: ¿Era eso tan malo?. Yo pienso que nosotros creemos sinceramente en el
Ser Supremo, con una fe más fuerte que la de muchos blancos que nos han tratado
de paganos. Los Indios viviendo del lado de la Naturaleza y del Maestro de la
Naturaleza, no viven en la oscuridad.
Tatanga Mani o Búfalo Caminante (1871-1967).
*Jefe indígena de la tribu Stoney de Canadá.
N.
Nuestro objeto al conquistar la India, el objeto de
todas nuestras crueldades, no fue otro que el dinero... Se dice que de la India
se han obtenido unos mil millones de libras esterlinas en los últimos noventa
años (1756-1846). Cada uno de estos chelines se ha extraído de un charco de
sangre; se ha limpiado a conciencia y ha ido a parar a los bolsillos de los
asesinos. Sin embargo, por mucho que se limpie y se seque el dinero, esa
“maldita mancha” no saldrá nunca.
History of Sir C. Napier’s Administration of Scinde. Londres,
1847
O.
Por una feliz circunstancia, que quizá todavía no se
ha señalado, Argelia tendrá que pedir durante mucho tiempo los productos
manufacturados que produce Francia, mientras que ella podrá surtir con
abundancia las materias primas necesarias para la industria de la metrópoli.
Pero antes de que el colono pueda pedir a la tierra el aceite, la soja, el
tabaco, el algodón, la madera, etc., antes de que nos pueda aportar aceites más
corrientes, pieles, granos, animales, lanas y otros productos del interior de
Argelia, es necesario que la dominación sea conquistada por la fuerza y
mantenida por la política.
General
Bugeaud. Argelia, los medios para
conservar y utilizar la conquista. 1842
P.
La colonización tiene su faceta positiva y su faceta
negativa. Por una parte, es evidente que ha favorecido el desarrollo de un
proceso natural de totalización del mundo. En ese sentido, gracias a la
colonización se ha ido creando, siglo tras siglo, la civilización entendida
como universal. Sin embargo, por otra parte, la explotación que implica el
hecho colonial, hace de él un fenómeno nefasto.
En realidad, en cualquier época, la colonización ha
comportado aspectos muy negativos. Basta con analizar, como ejemplo, la
historia de África. (... ) Hasta mediados del siglo XIX, los árabes y europeos
organizaron el comercio humano llamado «trata de negros». (... ) Se calcula que
ese genocidio provocó cien millones de muertos. Yo creo que fueron doscientos
millones. Se trata del genocidio más brutal de la historia. El mal causado al
África negra es el más terrible que jamás se haya causado a una etnia.
Y, sin embargo, insisto en el hecho de que la
colonización ha comportado algo positivo en sentido de que a los pueblos
africanos nos ha permitido entrar en el mundo moderno. El proceso colonizador
nos ha aportado aspectos culturales que, a pesar de ser extranjeros, cabe
considerar como fecundos.
Leopoldo Sédar Senghor.
* Presidente de Senegal de 1960 a 1980.
Q.
Estaba ayer en el East End y
asistí a una reunión de parados. Escuché fuertes discusiones. No se oía más que
un grito: “pan, pan”.
Cuando regresé a mi casa me sentí
todavía más convencido de la importancia del imperialismo (…). Para salvar a
los cuarenta millones de habitantes del Reino Unido de una mortífera guerra
civil, nosotros, los colonizadores, debemos conquistar nuevas tierras para
instalar en ellas el excedente de nuestra población y encontrar nuevas salidas
a los productos de nuestras fábricas.
Sir Cecil Rhodes
(empresario, político y colonizador inglés), Carta al periodista Stead, 1895.
R.
Se decidió dar un valioso regalo a los musulmanes: les
dimos nuestro código civil ¿Por qué tanta generosidad? Porque la propiedad
tribal era colectiva en la mayoría de los casos y se quería individualizar para
permitir a los especuladores comprarla [...] He aquí el resultado de esta
operación: en 1850 los franceses tenían tan solo 115.000
Ha , en 1900, 1.600.000, y en 1959, 2.505.000. [...] Afrancesando y dividiendo
la propiedad se ha agrietado la vieja sociedad tribal [...] se han suprimido
las fuerzas de resistencia [...].
SARTRE, J.P. Tiempos modernos, nº 123,
marzo-abril, 1956.
S.
El congrés és de
l’opinió de que la política colonial capitalista, per la seua pròpia essència,
duu necessàriament al sotmetement, al treball forçat i a la destrucció de les
poblacions indígenes en el domini colonial. La missió civilitzadora que
proclama la societat capitalista només li serveix de pretext per a amagar la
seua set d’explotació i de conquesta. Només la societat socialista podrà oferir
a tots els pobles la possibilitat de desenvolupar plenament la seua
civilització. (...)
Enemic de tota explotació de l’home per l’home,
defensor de tots els oprimits sense distinció de races, el Congrés condemna
aquesta política de robatori i conquesta, aplicació desvergonyida del dret del
més fort que xafa el dret dels pobles vençuts, i comprova també que la política
colonial augmenta el perill de tensions internacionals i de guerres entre els
països colonitzadors.
Congrés de Stuttgart de la II Internacional , 1907.
9. LA SOCIETAT COLONIAL
La població de Bombai —com també la resta de l’Índia— es compon en gran part d’indis, nom genèric que designa totes les sectes, per oposades que siguen, que han adoptat el sistema de les castes i reconeixen la supremacia dels bramans.
[...] A més, hi ha una part considerable de la població que queda exclosa d’aquesta especial organització, a pesar d’estar reconeguda com a índia. [...] Els indis rics duen una vida molt distinta a la dels seus pares. Sense variar gens del que consigna el seu codi religiós, ostenten un luxe vertaderament europeu. De vesprada estan als passejos públics obstruïts per les seues carrosses, tirades per cavalls de pura sang i amb lacais de gran lliurea. Les seues cases són sumptuoses, tan atapeïdes de mobles, d’objectes d’art. [...]
Les relacions d’aquestes races amb els europeus són molt limitades. Fora del comerç o de la vida oficial, és estrany sorprendre algun detall de sa vida privada.
[...] Per a l’anglés de les colònies, l’indi no és, per regla general, més que un negre, i si de vegades li manifesta cap respecte o li obri les portes de sa casa, és a causa dels seus milions i no a les seues qualitats.
L. Rousselet: Viaje a la India de los maharajahs. 1876.
10. La segregació racial.
El negre salvatge i bàrbar és capaç de totes les estupideses i desgraciadament, Déu sap per què, sembla estar condemnat al seu país d'origen a la salvatgeria i la barbàrie per sempre.
Amb tres setmanes de feina en té prou per garantir la seua provisió d'arròs, dacsa, etc.
La manca de qualsevol idea de progrés i de moral no li permet adonar-se del valor incalculable, de l’infinit poder del treball, i les seues lleis són les seues passions brutals, els seus apetits ferotges, els capricis de la seua imaginació pertorbada.
L’indígena viu al dia, a l’aventura, indiferent al demà.
A. DUBARRY: Viatge a Dahomey (1879).
No hay comentarios:
Publicar un comentario