domingo, 9 de octubre de 2011

TEMA 2. LES REVOLUCIONS. TEXTOS.

TEMA 2. LES REVOLUCIONS (1776-1848).

LES REVOLUCIONS LIBERALS BURGESES.

Document 1.

¿Por qué no pensar que todas estas «revoluciones en cadena» que agitaron casi únicamente a los países de Occidente, [...] entre 1770 y 1848, no fueron manifestaciones de una sola y única revolución, la revolución «liberal» o «burguesa», cuyas causas profundas y generales fueron las mismas en todos los países, y variaron sólo en función de las condiciones particulares encontradas en uno u otro lugar?
                Para comprobar que el período comprendido aproximadamente entre 1770 y 1850 es un período revolucionario, basta presentar una serie de hechos que lo demuestran sobradamente y le confieren un alcance general.
                De 1770 a 1783: Revolución americana, formación de la República de los Estados Unidos con un gobierno constitucional y liberal [...].
1783-1790: Revolución en las Provincias Unidas [...] la intervención armada de Inglaterra y Prusia impidieron que triunfase este movimiento revolucionario.
                1768-1782: Revoluciones en Ginebra, que fracasan una y otra vez como consecuencia de la intervención extranjera.
                1787-1815: Revolución francesa.
                1788-1794: Revolución polaca.
                1792-1795: Vuelve a estallar la revolución belga, esta vez con la ayuda de Francia.
1792-1801: Revolución en la Alemania renana con la ayuda del ejército francés.
1792: Entrada de las tropas francesas en Holanda, revolución que conduce a la creación de la República.
1798-1799: Revolución en Suiza, formación de la República Helvética.
                1797-1801: El ejército francés lleva los «grandes principios» de la Revolución a las Islas Jónicas, y desde allí, hasta los Balcanes, Egipto y Siria.
                1805-1815: Estos «grandes principios», gracias a los ejércitos imperiales, alcanzan Europa Central, Polonia e incluso Rusia, España y Portugal.
                1810-1825: La invasión de España trae como consecuencia la revolución de las colonias españolas de América.
                Vencida de momento en Europa en 1815, la Revolución despierta de su letargo y vuelve a iniciarse en Italia y España en 1820; en Grecia, en 1821; en Francia, Bélgica y Polonia, en 1830, en toda Europa Occidental y Central en 1848.
GODECHOT, J. (1969): Las revoluciones (1770-1799), Barcelona, Labor, pp. 3,4 y 6.

Document 2.

Tres principales olas revolucionarias hubo en el mundo occidental entre 1815 y 1848 [...]. La primera tuvo lugar en 1820-1824. En Europa se limitó principalmente al Mediterráneo, con España (1820), Nápoles (1820) y Grecia (1821) como epicentros [...].
                La segunda ola revolucionaria se produjo en 1829-1834, y afectó a toda Europa al Oeste de Rusia y al continente norteamericano [...].
                La tercera y mayor de las oleadas revolucionarias fue la de 1848. Casi simultáneamente estalló y triunfó (de momento) en Francia, en casi toda Italia, en los Estados alemanes, en gran parte del Imperio de los Habsburgo y caí Suiza (1847). [...] Nunca se estuvo más cerca de la revolución mundial soñada por los rebeldes de la época que con ocasión de aquella conflagración espontánea y general [...].
HOBSBAWM, E. J. (1978): Las revoluciones burguesas, Barcelona, Labor, 1978, pp. 202-206.

CAUSES DE LA REVOLUCIÓ.

Document 3.

Las posibilidades de crecimiento se veían dificultadas por las trabas que imponía un viejo sistema de organización, totalmente inadecuado para los nuevos tiempos: derechos señoriales, prestaciones y diezmos se llevaban buena parte de los frutos del trabajo de los campesinos; tasas y privilegios dificultaban la circulación y comercialización de los productos, y la persistencia de los gremios hacía imposible que se produjera en Francia el tipo de crecimiento industrial que se estaba dando por estos años en Gran Bretaña. A estas dificultades de fondo se venía a sumar regularmente una sucesión de crisis puntuales que solían tener su inicio en las malas cosechas y que desencadenaban la secuencia de hambre campesina, epidemia, crisis industrial (ante la falta de capacidad de compra de los campesinos), paro y miseria urbanos.
                En 1788, Francia se vio afectada por una triple crisis coincidente: mala cosecha de cereales (agravada, según la opinión popular, por el hecho de el gobierno permitía exportar trigo), crisis del vino y del ganado. En el campo había hambre, el precio del pan subió enormemente y, en cambio, los salarios bajaron porque no había trabajo suficiente para dar empleo a tantos necesitados. Estaban ya preparados para sumarse al ataque general al viejo sistema como muchos trabajadores en paro de las ciudades.
[...]
Para entender lo que hacía aborrecible a sus ojos el viejo sistema hay que recordar que esta sociedad estaba organizada en función del nacimiento y del privilegio. Había dos «estamentos» privilegiados (la nobleza y el clero) que gozaban de una serie de derechos y concentraban la mayor parte de la riqueza y del poder político, aunque numéricamente contasen poco frente a la masa del “tercer estado” denominación que abarca a todos los demás, a los que no tenían privilegio alguno, por más que el saber o la riqueza pudieran hacerles superiores a muchos de los integrantes de los otros dos.
La nobleza sumaba algo más de 200.000 personas, pero sólo unas diez mil de ellas integraban la auténtica aristocracia hereditaria, «de la sangre». Todos los demás lo eran por ostentar cargos «ennoblecedores» al servicio del rey, o incluso en instituciones locales. El conjunto del clero ascendía a unas 400.000 personas.
El tercer estado, por consiguiente, lo integraba «el resto», esto es, más de veinticinco millones de franceses, que habían de sentirse lógicamente indignados de que los poco más de seiscientos mil privilegiados no sólo pretendiesen mantener las viejas reglas (como la del voto por estamentos en las Asambleas, que determinaba que la opinión de los representantes de nobleza y clero pesara el doble que la de los demás franceses), sino que estuviesen en estos años reforzando y endureciendo el sistema, con el aumento de sus privilegios, como el de la reserva de los altos cargos militares y eclesiásticos.
[...]
Las dificultades se vieron todavía agravadas por la crisis de la monarquía. Estos soberanos «absolutos» que desde mediados del siglo XVII pretendían controlarlo todo (Luís XV había dicho en 1766: «El poder reside tan sólo en mi persona»), no habían sido capaces de organizar un sistema de impuestos que les permitiese mantener sin agobios una administración costosa y hacer frente a los elevadísimos gastos que ocasionaban las guerras. No podían hacer pagar a todos por igual (los dos estamentos privilegiados, los más ricos, apenas tenían cargas fiscales) y no consiguieron crear una administración centralizada de Hacienda.
FONTANA, J. (1995): La época de las revoluciones, Historia Universal, v. 10, Ed. Planeta. p. 24 - 26.

OPINIONS SOBRE LA IMPORTÀNCIA DE LA REVOLUCIÓ.

Document 4.

Nosotros hemos roto la tiranía de los privilegios, hemos terminado con males antiguos, con los derechos y los poderes que nadie tenía por qué tomarse. Hemos terminado con el monopolio de la riqueza y la sangre.
                Hemos declarado que el más humilde de los hombres es igual al más grande. Nos hemos tomado la libertad y la hemos dado a los esclavos en todas partes. Nuestras vidas no se han consumido en vano a su servicio.
DANTON, G-J.: Discurso en la Convención el 4 defebrero de 1794.

Document 5.

La revolución de un pueblo lleno de espíritu que hemos visto realizarse en nuestros días, es un signo precursor de que el género humano alcanzará finalmente su progreso.
KANT, I. (1798): Acerca de la Ilustración y la Revolución.

Document 6.

                Sigo diciendo que la Revolución fue la terrible pero legítima batalla del derecho contra el privilegio, de la libertad legal contra el despotismo. [...] Si la consideramos en su conjunto, crímenes incluidos, la Revolución mereció la pena.
GUIZOT, F. (1820): Histoire de la civilisation en Europe.

Document 7.

                Fue una revuelta de las clases inferiores oprimidas contra las clases superiores opresoras; no sólo una Revolución francesa, no; una revolución europea.
CARLYLE, T. (1837): Historia de la Revolución.

Document 8.

                La Revolución ha destruido completamente, o está en trance de destruir, todo aquello de la antigua sociedad que derive de las instituciones feudales y aristocráticas, todo lo que de una forma u otra tuviera relación con ellas, todo lo que tenga la mínima huella de ellas.
                Como la Revolución no tuvo solamente por objeto cambiar un gobierno antiguo, sino abolir la forma antigua de la sociedad, tuvo que atacar al mismo tiempo todos los poderes establecidos, aniquilar todas las influencias reconocidas, borrar las tradiciones, renovar las costumbres y la moral.      
TOCQUEVILLE, A. (1856): El Antiguo Régimen y la Revolución.

CONSEQÜÈNCIES SOCIALS DE LA REVOLUCIÓ.

Document 9.

La base territorial de la aristocracia quedó destruida al suprimirse los derechos feudales y los diezmos. Los derechos personales, de donde provenía la dependencia de los campesinos, quedaron abolidos la noche del 4 de agosto, lo mismo que los diezmos. El parlamento, por último, ordenó el 17 de junio de 1793, que se quemasen los títulos feudales.
                La venta de bienes del clero, supuso un duro golpe para sus privilegios, desde el 2 de noviembre de 1789 fueron puestos a disposición de la nación.
                Los bienes de los emigrados, los aristócratas que huyeron de la Francia revolucionaria, quedaron a disposición de la nación. Su venta se decidió el 17 de julio de 1792.
                La aristocracia no quedó total ni irremediablemente despojada de sus bienes. Es decir, todos los señores perdieron al suprimirse el feudalismo y los derechos señoriales, pero sólo a los emigrados se les confiscaron sus tierras. Bastantes nobles pasaron la Revolución sin grandes daños, conservando sus propiedades territoriales. [...]
Apareció en primera fila una nueva burguesía: la de los dirigentes de las finanzas y de la economía. La especulación, la venta de los bienes del clero y los aristócratas emigrados, el equipamiento, el armamento y el abastecimiento de los ejércitos, la explotación de los países conquistados, dieron a los hombres de negocios nuevas oportunidades para multiplicar sus empresas. [...]
Las reformas agrarias de la Revolución beneficiaron desigualmente a las diferentes categorías sociales del campo. Por un lado, la Revolución robusteció bastante a los campesinos propietarios que se beneficiaron de la abolición del diezmo y de los derechos feudales reales, y de la igualdad fiscal.
                Por otro, los campesinos sin tierras no sacaron más beneficio que la abolición de la servidumbre y de los derechos personales.
SOBOUL, A. (1979): Compendio de la historia de la Revolución francesa, Madrid, Tecnos, pp. 419-420.

Document 10.

                Fue la propia Revolución la que creó, en el estrato intermedio entre la aristocracia y el pueblo, la conciencia de la clase media o clase moyenne, un término que de hecho se utilizaría más que bourgeoisie.                   
            Se trataba de una clase media en dos sentidos. En primer lugar, el Tercer Estado que se erigió a sí mismo en «nación» en 1789, era, para entendemos, no ya la propia nación sino el rango medio de la sociedad. Procedían de un segmento específico del pueblo francés, constituían una élite seleccionada por su capacidad, capacidad que quedaba demostrada por su independencia económica y su educación. Esta élite abierta, basada no en el nacimiento, sino en el talento, inevitablemente estaba compuesta en su mayoría por los rangos medios de la sociedad (puesto que la nobleza no era numerosa y su estatus no se consideraba en absoluto vinculado a la inteligencia, mientras que la plebe no tenía educación ni medios económicos). No obstante, dado que uno de los fundamentos esenciales de dicha élite era el libre acceso del talento a cualquier carrera, nada podía evitar que cualquiera que satisficiese los requisitos correspondientes pudiera pasar a formar parte de ella, con independencia de su origen social.
                En segundo lugar, las «clases disponibles» del Tercer Estado, que se convirtieron en las moldeadoras de la nueva Francia, estaban en el medio en otro sentido. Se encontraron a sí mismas enfrentadas política y socialmente tanto con la aristocracia como con el pueblo.
HOBSBAWM, E. J. (1992): Los ecos de la Marsellesa, Barcelona, Crítica, pp. 44-45.

Document 11.

Las clases populares, dedicadas a actividades industriales, siguen integradas por asalariados, pero la estructura industrial, en esta época, mantiene la distinción entre compagnon (obrero que posee el conocimiento de un oficio, que trabaja generalmente para un maestro artesano y espera llegar a serlo), el chambrelan (obrero que trabaja en su casa, que posee sus útiles de trabajo y que transforma el producto que le suministra el fabricante-comerciante) y, finalmente, el obrero fabril, obrero sin cualificación técnica que trabaja en cadena y que depende enteramente del patrón, a cambio de un salario.
PÉRONET, Michel (1991): Del siglo de las Luces a la Santa Alianza. 1740-1820. Madrid, Akal p.300.

Document 12. Les revolucions de 1830. Liberalismo moderat o burgés. Constitució Belga de 1831.

Tit. II. De los ciudadanos belgas y sus derechos.
Art. 7. La libertad individual está garantizada.
Art. 10. El domicilio es inviolable.
Art. 14. La libertad de cultos así como la de opinión en toda clase de materias está garantizada.
Art. 17. La enseñanza es libre, no podrá establecerse la censura.
Art. 19. Los belgas tienen el derecho de reunirse pacíficamente.
Art. 20. Los belgas tienen el derecho de asociarse.
Título III. De los poderes.
Art. 25. Todos los poderes emanan de la Nación.
Art. 26. El poder legislativo se ejerce colectivamente por el rey, la Cámara de los Diputados y el Senado.
Art. 29. Pertenece al rey el poder ejecutivo.
Art. 30. El poder judicial se ejerce por las audiencias y tribunales.

Document 13. Les revolucions de 1848.
               
A partir del 25 de febrero, mil extraños sistemas brotaron impetuosamente del espíritu de los innovadores y se difundieron en el desconcertado espíritu de la multitud. [...]
                Uno pretendía destruir la desigualdad de las fortunas, el otro, la desigualdad de las facultades, y el tercero aspiraba a nivelar la más antigua de las desigualdades, la del hombre y de la mujer. [...]
                Estas teorías [...] tomaron el nombre común de socialismo.
                El socialismo quedará como el carácter esencial y el recuerdo más temible de la revolución de febrero.
Alexis de Tocqueville, Recuerdos de la revolución de 1848.

El ejercicio del derecho al sufragio en Francia (1848).
La población siempre había sido benévola hacia mí, pero la encontré esta vez afectuosa, y jamás estuve rodeado de más respeto desde que la igualdad total se proclamaba en todos los muros. Debíamos ir a votar juntos al pueblo de Saint-Pierre, a una distancia de una legua de nuestro pueblo. En la mañana de las elecciones, todos los electores, es decir toda la población varonil mayor de veinte años, se reunió frente a la iglesia. Todos esos hombres se pusieron en fila de dos en dos, siguiendo el orden alfabético; quise caminar en el rango que me asignaba mi nombre, pues sabía que en los países y en los tiempos democráticos hay que ponerse a la cabeza del pueblo y no a la de uno mismo. Al final de la larga fila venían sobre bestias de carga o en carretas los enfermos que habían querido seguirnos; no dejamos detrás de nosotros más que a los niños y a las mujeres; éramos en total ciento setenta.
Alexis de Tocqueville, 1848.




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