viernes, 17 de febrero de 2012

Roma: societat esclavista

               Roma una sociedad esclavista
1. Objetos de compraventa
El sentido de la esclavitud en Roma

Desde la desaparición de Cartago como potencia rival, el tejido económico y so­cial de Roma había mudado significati­vamente. La esclavitud fue una de las consecuencias directas de las acciones bélicas emprendidas por la República en la cuenca del Mediterráneo. Se incremen­tó en una escalada exponencial. En Delos, el centro principal de la trata en el mundo antiguo, llegaron a cambiar de dueño a diario la friolera de 10.000 es­clavos, según Estrabón, y un propietario especialmente afortunado podía tener unos 8.000 a su servício. Su precio, varia­ble según sus habilidades y origen, puede  promediarse en la mitad de los ingre­sos anuales de un artesano, aunque su abundancia en cier­tas épocas, como refleja Apiano, los abaratase aún más, los convírtiese en auténticas gangas. En cuanto a su número, del año 50 a. C. al 150 d. C., en tiempos de la RepÚblica tardía y el Alto Imperio, Roma necesitaba aprovisionarse de medio millón al año. Había tantos esclavos que  segun Seneca pronto se desestimó un proyecto de ley que estudiaba vestidos con un mismo uniforme hubieran tomado conciencia de cuantos eran.  

     UN COLECTIVO SIN DERECHOS HUMANOS
       La condición de vida de los esclavos 
            Fueron botín de guerra, nacidos en servidumbre, comprados en los mercados o adquiridos por otros métodos (rapto, piratería…..) los esclavos carecían completamente de derechos. Su relación con el señor era unilateral: debían someterse a sus órdenes por complejas que fueran, como contrapartida, nada que saliera de la libre voluntad del amo. Si desobedecía, este podía disponer de su persona a su parecer. Desde reprenderlo a torturarlo, mutilarlo o matarlo. Los castigos extremos, de todos modos, no eran habituales. El dominuus en general, se decantaba por los azotes o el confinamiento, no fuera que lesionara su patrimonio, redujera su productividad y afectara la rentabilidad de su hacienda. En definitiva, a ojos romanos el esclavo era una especie de herramienta parlante, tan útil y digno como un animal carga

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