CLA VIDA COTIDIANA EN
GRECIA. CURIOSIDADES
El griego antiguo era
madrugador: se levantaba normalmente al alba y hacía unos ligeros
ejercicios gimnásticos. Después de lavarse con agua del pozo de la casa, el
ateniense tomaba un desayuno (acratismos), que solía consistir en
algunos trozos de pan de cebada o de harina humedecidos en un poco de vino
puro. También podía hacer una comida más abundante añadiendo unas aceitunas o
higos.
Las divisiones del día.
Las horas no se podían
contar en la antigua Grecia de una forma muy exacta. No obstante, a mediados
del siglo V a. de C., los griegos disponían ya de dos aparatos para medir el
tiempo: el cuadrante solar o gnomon, heredado de Oriente, y la clepsidra o
reloj de agua, que indicaba el tiempo transcurrido por el paso regular de una
cantidad determinada de líquido. El reloj hidráulico, basado en el mismo
principio de la clepsidra, todavía no existía en la época clásica.
Los gestos expresivos.
Los griegos del siglo de
Pericles, como los actuales, decían «no» echando hacia atrás la cabeza y levantando
la barbilla.
Cuando se encontraban se saludaban con un gesto de la mano derecha
levantada, pero no se practicaba el beso de saludo como se hará en Roma. En
cuanto al apretón de manos, se reservaba más bien para determinados actos de
carácter religioso y tenía el sentido de un compromiso solemne.
En el teatro y en la Asamblea la aprobación se expresaba por medio de
aplausos y aclamaciones, y el descontento con silbidos y gritos
discordantes.
En la vida cotidiana algunos gestos tenían un significado simbólico. Para
manifestar la alegría se chasqueaban los dedos, con la mano levantada. Para
burlarse de alguien y ridiculizarlo se le señalaba con el dedo corazón al mismo
tiempo que se doblaban los demás.
La religión o la superstición imponían muchos gestos. Se escupía para
alejar un mal presagio. Cuando un griego lloraba, sufría o, con mayor motivo,
sentía llegar la muerte, se cubría el rostro con un pliegue del vestido, por
pudor o para evitar a los demás un espectáculo de triste augurio.
El aseo y el
vestido.
En Atenas los
establecimientos de baños públicos existían desde el siglo V a. de C. Los
clientes utilizaban unas bañeras planas con un asiento bajo en la parte de
atrás, y también piscinas. En muchos de estos establecimientos parece que había
salas reservadas para las mujeres, pero seguramente las frecuentarían sólo las
atenienses de condición modesta, las cortesanas y las esclavas; las atenienses
de la burguesía se bañaban en su casa.
Los griegos no conocían el jabón. En el baño se debía utilizar bien un
carbonato de sosa impuro, bien una solución de potasa, o bien arcilla especial.
Les gustaba bañarse antes de cenar.
Los griegos no empezaron a afeitarse completamente la barba y el bigote
hasta después de Alejandro. En la época clásica, cuando se habla de una navaja
siempre se trata de un accesorio del aseo femenino, ya que, para hacer
desaparecer por completo el vello superfluo, las mujeres se depilaban con el
candil o por medio de pastas especiales, pero también utilizaban navajas.
Después de las guerras médicas, en Atenas los niños eran casi los únicos
que seguían llevando el pelo muy largo: cuando se aproximaban a la edad de la
efebía se lo cortaban y lo consagraban a los dioses. Las mujeres libres sólo se
cortaban el pelo temporalmente en señal de duelo.
Las mujeres utilizaban cremas de belleza, toda clase de perfumes y
maquillaje.
El antiguo vestido griego, y también romano, no se adaptaba a la forma del
cuerpo mediante el corte y la costura, era un vestido suelto. Consistía
simplemente en un rectángulo de tela, que envolvía muy libremente el cuerpo y
sólo lo sostenía en algunos casos un cinturón, broche o algunos puntos de
costura.
Los hombres no llevaban ropa interior debajo de la túnica. El modelo más
sencillo de túnica era la exómida, prenda que dejaba un
hombro al descubierto; era el vestido de trabajo por excelencia de los
esclavos, así como de todos los obreros libres y la mayoría de los soldados. La
túnica propiamente dicha ocitwvn se ataba a los hombros
con prendedores o cintas, y se ajustaba mediante un cinturón. Para dormir no se
quitaban la túnica, que servía de camisa durante el día y de camisón por la
noche. Los niños llevaban túnicas cortas sin cinturón.
El manto habitual de los griegos, el himation, era un rectángulo de
lana de una sola pieza con el que se envolvía el cuerpo sin nada que lo
sujetase. La clámide, el manto por excelencia de los soldados, efebos y
caballeros, era de un tejido tosco y tieso, y siempre iba sujeto al
hombro.
En principio el vestido femenino no difiere del masculino. Se trata del
peplo, una especie de chal de lana, atado a los hombros mediante una fíbula, y
que podía ser totalmente abierto por uno de los lados o cerrado con costura.
Este peplo, aunque las más refinadas dejaran de usarlo, siguió siendo el traje
de las campesinas y de la mayoría de las mujeres del pueblo, además de las
esclavas.
Además del peplo, las mujeres vestían usualmente tres prendas: una especie
de camisa sobre la piel (citwvnion), una túnica larga hasta los pies (citwvn), y el manto.
En la época clásica, en
la vida cotidiana, las joyas estaban prácticamente reservadas a las mujeres,
excepto los anillos con chatón que los hombres utilizaban para grabar su sello (sfragís)
en arcilla o cera. Las mujeres llevaban con mucha frecuencia collares,
pulseras, pendientes y aros alrededor de las piernas. Entre los accesorios no
hay que olvidar el abanico y la sombrilla, muy útiles en un país tan cálido y
soleado como Grecia.
Los atenienses no solían usar zapatos en casa, pero fuera se utilizaban por
lo general zapatos y sandalias. Los zapatos de las mujeres tenían formas mucho
más variadas y elegantes que los de los hombres. Para parecer más altas, las
mujeres utilizaban una especie de tacón que se ponía entre el pie y el zapato.
Por lo general, los hombres van con la cabeza descubierta por la calle, y
sólo se cubren la cabeza en el campo. Las mujeres se cubrían la cabeza con un
pliegue de su túnica o manto, levantado a modo de capucha.
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