Alejandro
Hijo De Filipo II
Filipo II de
macedonia y su mujer Olimpia, se odiaban a muerte, sin embargo
tuvieron un hijo, el 20, 21 de julio del año 356 a.C. llevó por nombre Alejandro.
Alejandro pasaría a la historia como el grande, el magno, el mejor comandante
de todos los tiempos, el mejor estratega, el mejor conquistador, el mejor
explorador, el que conquistó oriente, buena parte del mundo conocido: 3.885.000
km2. Todo esto en apenas 11 años.
Sus educadores,
el sabio Leónidas y el erudito Aristóteles le instruían, sobre astronomía,
sobre política, sobre matemáticas, sobre geografía, y sobre todo le animaban a
leer; su libro favorito era la iliada de Homero.
Con dieciséis
años ya había participado en su primera batalla. Su padre quería la
reunificación de los griegos para hacer frente al avance persa. Incluso soñaba
con una campaña militar en Anatolia para proteger a las ciudades factoría
griegas.
Nos encontramos
en el año 336 a.C.: Filipo II de Macedonia es asesinado en su palacio. ¿Quién
puede haber participado en esta conjura? Se habla de Olimpia, la madre; se
habla del amigo íntimo de Alejandro Magno. Incluso algunos sospechan que
Alejandro ha participado alentando a ese asesino. Alejandro asesina a su íntimo
compañero. Es un gesto que el pueblo recibe de buen grado, nadie sospechará ya
de Alejandro Magno. Ya es el rey de los macedonios y tiene tan sólo 20 años.
Se enfrenta a
los tracios y a otras poblaciones griegas rebeldes. Llega a circular la noticia
de que Alejandro Magno ha muerto en combate y algunas ciudades se sublevan como
Tebas. Alejandro vuelve y sitia la ciudad. Vence a los tebanos, coge un enorme
botín, destruye prácticamente la ciudad y proclama a los cuatro vientos que
todo aquel que siga el ejemplo de Tebas, correrá la misma suerte. Los griegos
comprendieron que tenían entre ellos a un nuevo líder: Alejandro de
Macedonia.
Pero Alejandro
no se detuvo en la unificación de Grecia: sabía perfectamente que el ejército
persa seguía como un sólo hombre a su líder, pero que si desproveía de ese
líder a los persas, la oposición sería nula, conseguiría dominar en muy poco
tiempo ese imperio.
Reunió un
formidable ejército para fortalecer la frontera de Grecia. Acuarteló 12.000
infantes, mientras que reunía otro ejército para la aventura. En el año 334
a.C. Alejandro pasa revista a sus tropas; cuenta con 30.000 falangistas
macedonios y 5.000 jinetes -entre ellos su guardia personal, los compañeros-.
35.000 griegos
saltan a la conquista: recuperan Mileto, recuperan Halicarnaso.
Cuenta la leyenda que Alejandro llegó a Troya y allí buscó la tumba del
guerrero Aquiles. Encontró la tumba y encontró el formidable escudo del
guerrero Aquiles. Ese escudo le acompañaría siempre en sus próximas campañas.
Después de una
primera toma de contacto en Gránico, se enfrentó a Darío III en Issos donde le
venció y se apoderó de un cuantioso botín, pero este huyó cobardemente.
Tomó Tiro, el
principal puerto de persia, con lo que se aseguró los suministros que llegaban
desde Grecia y llegó a Egipto.
Egipto le
fascinó; en el santuario de Siwa los sacerdotes le reciben como la
reencarnación del dios Amón. Fundó Alejandría, ciudad que lleva su nombre, como
otras treinta ciudades. Hasta setenta llegó a fundar Alejandro Magno. Ordenó
levantar el gran faro, pero también ordenó construir una enorme biblioteca. Una
biblioteca que albergaría todo el saber de su tiempo: 700.000 rollos
manuscritos, una barbaridad para aquel siglo IV; el equivalente a 100.000
libros de nuestros días.
En Gaugamela
derrotó de nuevo a Darío III, el cual huyó una vez más.
Meses más tarde
Bessos y otros como él, asesinaron a Darío III. Alejandro ordenó un entierro
real para Darío, con lo que se ganó el respeto de muchos persas y mató a los
que habían asesinado a su vez a Darío III. Alejandro había conquistado persia,
entraba en Babilonia. Persépolis también cayó. Miles de kilómetros bajo su
conquista y otros tantos dispuestos para la exploración; paso franco para los
hombres de Alejandro Magno.
Los macedonios,
estaban ya cansados, pero Alejandro quería más. En su expedición no sólo iban
soldados, también le acompañaban biógrafos, botánicos, hombres del saber,
hombres que iban dando cuenta de las hazañas de Alejandro.
Entró en
contacto con las culturas de Asia central, que le reciben de buen grado. Otros
le combaten como el rey Poros. Aquí si Alejandro se enfrenta a los elefantes de
guerra. Los carros del rey poros quedan embarrados, pero Alejandro, acepta la
sumisión del rey Poros y le deja seguir como rey vasallo
Sus generales
desconfían; llegó a hacer que sus hombres se arrodillaran ante él a la usanza
persa como si fuera un dios, en actitud de alabar, de respetar al nuevo dios. Y
esto los macedonios no lo llevaron bien.
Muchos
generales llegaron incluso a conspirar y el propio Alejandro mató a alguno de
ellos. El caso de Parmonio: dos de sus hijos –le habían acompañado tres en sus
expediciones- habían muerto en combate, uno había participado en una
conspiración. Alejandro ordenó matar a ese hijo de Parmonio, ni siquiera le
perdonó la vida. Pero es más, la cosa llegó a tal extremo que el propio
Alejandro con su espada mató a Parmonio, aquel general que le había servido tan
fielmente.
Alejandro se
está volviendo un persa, Alejandro actúa como los persas, se viste como ellos,
se ha casado con Roxanna, ha tenido un hijo con ella pero este hijo fallece de
fiebre. Se casa incluso con una de las hijas del propio Darío III. Hasta tres
matrimonios consumó. Eso si, siempre hay que decir que Hefiesto, su gran amor,
su gran amante, seguía junto a él, seguía fiel a él.
Alejandro
entiende que sus hombres ya no le quieren seguir, que ya está bien, que son
muchos años de combates, muchos años de guerras y ordena construir una flota.
Su gran almirante Niarcos baja el Indo mientras que otras tropas, atravesando
desiertos, atravesando parajes insólitos vuelven hacia Babilonia, vuelven hacia
Egipto. Aún así, Alejandro va preparando sus futuras campañas y piensa en la
conquista de Arabia, piensa en nuevas expediciones.
Llegamos al año
324 a.C. Hefiesto muere. Nunca se sabrá muy bien porqué. Alejandro parece
entrar en un estado de letargo al que le sigue un estado de locura, una
actividad febril, quiere realizar nuevas expediciones, quiere combatir, quiere
desfogarse contra nuevos enemigos.
El dolor le
invade, le inunda, todos temen por la salud de Alejandro Magno.
Junio del año
323. Entre el diez y el trece de Junio de ese año, Alejandro Magno contrae el
paludismo, unas fiebres mortíferas. Otros piensan que ha sido envenenado. Su
tumba jamás ha sido descubierta; mejor así: la leyenda perdurará por siempre.
No llegó a
cumplir los 33 años; con 32 fallecía el mejor comandante militar de la
historia.
Casi cuatro
millones de kilómetros cuadrados conquistados por el y al final el imperio se
disgrego; un imperio que duró poquísimo –tan sólo lo que vivió su líder, el que
lo creó-.
Macedonia quedó
como entidad fuerte de Grecia y buena parte de Anatolia. El Imperio Persa quedó
para el linaje de los Salúcidas, mientras que Egipto quedaba para su biógrafo
Ptolomeo.
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