sábado, 25 de enero de 2014

Alexandre el Gran

 Alejandro Hijo De Filipo II
Busto de Alejandro MagnoFilipo II de macedonia y su mujer Olimpia, se odiaban a muerte, sin embargo tuvieron un hijo, el 20, 21 de julio del año 356 a.C. llevó por nombre Alejandro. Alejandro pasaría a la historia como el grande, el magno, el mejor comandante de todos los tiempos, el mejor estratega, el mejor conquistador, el mejor explorador, el que conquistó oriente, buena parte del mundo conocido: 3.885.000 km2. Todo esto en apenas 11 años.
Sus educadores, el sabio Leónidas y el erudito Aristóteles le instruían, sobre astronomía, sobre política, sobre matemáticas, sobre geografía, y sobre todo le animaban a leer; su libro favorito era la iliada de Homero.
Con dieciséis años ya había participado en su primera batalla. Su padre quería la reunificación de los griegos para hacer frente al avance persa. Incluso soñaba con una campaña militar en Anatolia para proteger a las ciudades factoría griegas.
Nos encontramos en el año 336 a.C.: Filipo II de Macedonia es asesinado en su palacio. ¿Quién puede haber participado en esta conjura? Se habla de Olimpia, la madre; se habla del amigo íntimo de Alejandro Magno. Incluso algunos sospechan que Alejandro ha participado alentando a ese asesino. Alejandro asesina a su íntimo compañero. Es un gesto que el pueblo recibe de buen grado, nadie sospechará ya de Alejandro Magno. Ya es el rey de los macedonios y tiene tan sólo 20 años.
Se enfrenta a los tracios y a otras poblaciones griegas rebeldes. Llega a circular la noticia de que Alejandro Magno ha muerto en combate y algunas ciudades se sublevan como Tebas. Alejandro vuelve y sitia la ciudad. Vence a los tebanos, coge un enorme botín, destruye prácticamente la ciudad y proclama a los cuatro vientos que todo aquel que siga el ejemplo de Tebas, correrá la misma suerte. Los griegos comprendieron que tenían entre ellos a un nuevo líder: Alejandro de Macedonia.
Caballería MacedoniaPero Alejandro no se detuvo en la unificación de Grecia: sabía perfectamente que el ejército persa seguía como un sólo hombre a su líder, pero que si desproveía de ese líder a los persas, la oposición sería nula, conseguiría dominar en muy poco tiempo ese imperio.
Reunió un formidable ejército para fortalecer la frontera de Grecia. Acuarteló 12.000 infantes, mientras que reunía otro ejército para la aventura. En el año 334 a.C. Alejandro pasa revista a sus tropas; cuenta con 30.000 falangistas macedonios y 5.000 jinetes -entre ellos su guardia personal, los compañeros-.
35.000 griegos saltan a la conquista: recuperan Mileto, recuperan Halicarnaso. Cuenta la leyenda que Alejandro llegó a Troya y allí buscó la tumba del guerrero Aquiles. Encontró la tumba y encontró el formidable escudo del guerrero Aquiles. Ese escudo le acompañaría siempre en sus próximas campañas.
Después de una primera toma de contacto en Gránico, se enfrentó a Darío III en Issos donde le venció y se apoderó de un cuantioso botín, pero este huyó cobardemente.
Tomó Tiro, el principal puerto de persia, con lo que se aseguró los suministros que llegaban desde Grecia y llegó a Egipto.
Egipto le fascinó; en el santuario de Siwa los sacerdotes le reciben como la reencarnación del dios Amón. Fundó Alejandría, ciudad que lleva su nombre, como otras treinta ciudades. Hasta setenta llegó a fundar Alejandro Magno. Ordenó levantar el gran faro, pero también ordenó construir una enorme biblioteca. Una biblioteca que albergaría todo el saber de su tiempo: 700.000 rollos manuscritos, una barbaridad para aquel siglo IV; el equivalente a 100.000 libros de nuestros días.
En Gaugamela derrotó de nuevo a Darío III, el cual huyó una vez más.
Mapa de las Conquistas de Alejandro MagnoMeses más tarde Bessos y otros como él, asesinaron a Darío III. Alejandro ordenó un entierro real para Darío, con lo que se ganó el respeto de muchos persas y mató a los que habían asesinado a su vez a Darío III. Alejandro había conquistado persia, entraba en Babilonia. Persépolis también cayó. Miles de kilómetros bajo su conquista y otros tantos dispuestos para la exploración; paso franco para los hombres de Alejandro Magno.
Los macedonios, estaban ya cansados, pero Alejandro quería más. En su expedición no sólo iban soldados, también le acompañaban biógrafos, botánicos, hombres del saber, hombres que iban dando cuenta de las hazañas de Alejandro.
Entró en contacto con las culturas de Asia central, que le reciben de buen grado. Otros le combaten como el rey Poros. Aquí si Alejandro se enfrenta a los elefantes de guerra. Los carros del rey poros quedan embarrados, pero Alejandro, acepta la sumisión del rey Poros y le deja seguir como rey vasallo
Las falanges de Alejandro se enfrentan a los elefantesSus generales desconfían; llegó a hacer que sus hombres se arrodillaran ante él a la usanza persa como si fuera un dios, en actitud de alabar, de respetar al nuevo dios. Y esto los macedonios no lo llevaron bien.
Muchos generales llegaron incluso a conspirar y el propio Alejandro mató a alguno de ellos. El caso de Parmonio: dos de sus hijos –le habían acompañado tres en sus expediciones- habían muerto en combate, uno había participado en una conspiración. Alejandro ordenó matar a ese hijo de Parmonio, ni siquiera le perdonó la vida. Pero es más, la cosa llegó a tal extremo que el propio Alejandro con su espada mató a Parmonio, aquel general que le había servido tan fielmente.
Alejandro se está volviendo un persa, Alejandro actúa como los persas, se viste como ellos, se ha casado con Roxanna, ha tenido un hijo con ella pero este hijo fallece de fiebre. Se casa incluso con una de las hijas del propio Darío III. Hasta tres matrimonios consumó. Eso si, siempre hay que decir que Hefiesto, su gran amor, su gran amante, seguía junto a él, seguía fiel a él.
Alejandro entiende que sus hombres ya no le quieren seguir, que ya está bien, que son muchos años de combates, muchos años de guerras y ordena construir una flota. Su gran almirante Niarcos baja el Indo mientras que otras tropas, atravesando desiertos, atravesando parajes insólitos vuelven hacia Babilonia, vuelven hacia Egipto. Aún así, Alejandro va preparando sus futuras campañas y piensa en la conquista de Arabia, piensa en nuevas expediciones.
Llegamos al año 324 a.C. Hefiesto muere. Nunca se sabrá muy bien porqué. Alejandro parece entrar en un estado de letargo al que le sigue un estado de locura, una actividad febril, quiere realizar nuevas expediciones, quiere combatir, quiere desfogarse contra nuevos enemigos.
El dolor le invade, le inunda, todos temen por la salud de Alejandro Magno.
Junio del año 323. Entre el diez y el trece de Junio de ese año, Alejandro Magno contrae el paludismo, unas fiebres mortíferas. Otros piensan que ha sido envenenado. Su tumba jamás ha sido descubierta; mejor así: la leyenda perdurará por siempre.
No llegó a cumplir los 33 años; con 32 fallecía el mejor comandante militar de la historia.
Casi cuatro millones de kilómetros cuadrados conquistados por el y al final el imperio se disgrego; un imperio que duró poquísimo –tan sólo lo que vivió su líder, el que lo creó-.
Macedonia quedó como entidad fuerte de Grecia y buena parte de Anatolia. El Imperio Persa quedó para el linaje de los Salúcidas, mientras que Egipto quedaba para su biógrafo Ptolomeo.


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